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martes, 14 de octubre de 2014

El Hombre del Espacio: En memoria de Jesús Bojalil, "El Capitán Pijama"

Hace 3 días que se cumplieron 5 años de este espacio que, con mucha pereza, sigue con vida. Son increíbles los giros que da la vida, lo que la música te presenta y te termina representando cuando pones un disco en la grabadora, en tu computadora, o en tu celular o dispositivo portátil, y descubres re-descubriendo cosas que no sabías que estaban ahí, casi como la labor de los antiguos exploradores y de los exploradores modernos que pavimentan la autopista galáctica para los exploradores del futuro. La ciencia ficción de los '70 nos permitió soñar más allá de la Tierra y viajar al Xochimilco del espacio exterior para descubrir que, tal vez, los marcianos no vienen en son de paz ni bailando cha-cha-chá, sino que tal vez venían por dulces a Puebla o a organizar sus festivales anarco-intergalácticos tipo "Vive OVNI". Sí, si ya sabes de qué estoy hablando, seguro esbozaste una sonrisa de acordarte de esas noches y esas mañanas en que encontrabas a un hombre que te contaba anécdotas de otros planetas, que jugaba con la realidad y que te transportaba lejos, muy lejos, de tu mundo rutinario. En una de tantas noches fue cuando lo encontré, y mis noches no volvieron a ser las mismas.

Llegué tarde a este planeta para conocer temprano a Jesús Bojalil, que le respondía a la comandancia espacial bajo el nombre clave "Capitan Pijama", pero de inmediato te atraía la gravedad intensa de su sistema solar, te terminabas sumergiendo en sus ondas locochonas y te volvías fan, seguidor, compañero de tripulación, hasta volverte amigo de este gran hombre que nos dejó un legado de tantas y tantas cosas que serían difíciles recopilar. Entre las anécdotas le guardabas empatía, entre su música te volvías su alumno, entre su juventud te volvías su cómplice de travesuras, entre tantas cosas más, cuántas cosas más, era inevitable que te volvieras parte de él y que se volviera parte de ti cada vez que lo leías, lo escuchabas, lo veías, le hablabas, te respondía, dialogaban. En una de esas noches, me di cuenta que preparaba las maletas y la nave para partir de la Tierra. No lo quería creer, pensé que tendría mucha vida todavía, que tenía que conocerlo y que le tenía que invitar aunque sea un choriqueso de la Pastelería de Tenango, y lo que son las cosas... Un día regresas de tu rutina, abres tu Facebook y Ricardo Bravo escribe lo inimaginable, acompañado de una foto en el umbral de lo inexplicable: "CON LA MALA NOTICIA DE QUE SE NOS ADELANTÓ EL CAPITÁN PIJAMA, HÉROE DEL SUBTERRÁNEO DURANTE MUCHO TIEMPO. DESCANSE EN PAZ."

A uno no le gusta la muerte, no le gusta enterarse que tal o cual persona se fue de regreso a la eternidad, pero menos te gusta cuando es un familiar o un amigo quien se va, en especial cuando era una persona tan llena de vida en sus palabras, tan enriquecida en experiencias y que, sobre todo, compartía esas anécdotas alrededor de un CPU y bajo las estrellas cibernéticas todas las noches sin falta. Era, lo diré tal cual, como el abuelo que siempre quise tener y nunca tuve. Así lo veía. Más allá del personaje que te tocaba los sintetizadores, cajas de ritmo y demás artefactos tangenciales para sacudirte el tuétano, Jesús Bojalil es una persona que terminabas queriendo a la buena, quien día a día te demostraba que el alma jamás se arruga, y que su creatividad era tan infinita como el universo mismo. Hablo del hombre que siempre quise conocer y que no tendré la dicha de conocer, pero que tuve la fortuna de haber compartido más que palabras, más que risas, más que alegrías, más que calidez por un medio donde ese tipo de emociones son improbables, mas nunca imposibles.

Pienso y sigo pensando, qué bueno que su grupo Como México No Hay Dos logró reunirse para tocar una última vez, qué felicidad que sus amigos más cercanos ahí estuvieron en su homenaje, qué alegría que su amigo Alex Eisenring siga preservando su memoria, así como sus tantos alumnos de la Universidad Tangencial Julabalú que ahora están construyendo un observatorio en la punta del volcán Paricutín para tratar de contactar a nuestro Capitán y tener noticias de él desde donde quiera que esté. Espero que regrese con un reportaje acerca de la siembra de chiles habaneros en Plutón o cómo le hicieron los aliens para secuestrar tantas vacas en tan pocos años... no sé, sabemos que no será posible, pero así son las personas que te dejan huella en el corazón: nunca mueren, permanecen aquí  de donde nunca se irán. Mi Capitán, gracias por tanto y por todo, acá le cuidaremos el legado, ¡QUE TENGA BUEN VIAJE!

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